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La Bandola Aymara Citadina es un instrumento inspirado en las tradicionales bandolas utilizadas durante ceremonias comunitarias como el floreo de Llamas, carnavales y cosecha de quinua, por las comunidades aymaras que se  emplazan en el actual territorio de chile, Perú y Bolivia.

La organología prehispanica del abya yala estaba compuesta fundamentalmente de utensilios sonoros de tipo aerófonos (cuyo sonido se produce por el paso del aire a través de un cuerpo), membranófonos (cuyo sonido se produce por el impacto sobre una membrana) e idiófonos (cuyo sonido se produce por la vibración del cuerpo sonoro). Los instrumentos cordófonos (cuyo sonido se produce por la vibración de cuerdas que se pulsan o tañen) constituyen un tipo organológico incorporado al continente tras la colonización española, hecho que produjo cambios profundos en las cultura sonoras de los pueblos indígenas.

Don Nemesio Moscoso (2011), luriri de bandola, expone que la utilización de la música europea como medio de evangelización provocó un "dramático cambio en la ritualidad andina" (Moscoso 2012: 13). Debido a que la música ocupaba un lugar trascendente en las contumbres y ritos de la religiosidad andina, fue víctima de una "destrucción despiadada y eficiente" (Ibid:11). Esta persecución habría forzado el sincretismo cultural en la cultura sonora de las comunidades que incorporaron los instrumentos de cuerdas mediante la reinterpretación de sus sonoridades.

"Las mandolinas al ser indianizadas pasaron a ser un acompañamiento puramente armónico, tendencia que se refleja hasta hoy como una diferencia entre el uso aymara del charango, que toca puros acordes, y el uso mestizo, que privilegia la melodía y el contrapunto. El acorde rasgueado que acompaña al canto y que hoy aparece como una base de toda la música popular mundial, es un aporte indígena que ha permanecido ignorado debido a lo sutil y poco destacado de su traspaso, de un modo tan propiamente americano" (Pérez de Arce 1995:20).

Dentro del proceso de conformación de la bandola aymara, se ha mencionado a la bandurria sevillana como uno de los instrumentos europeos que podría haber dado origen a este tipo organológico andino (Moscoso 2012: 17), debido a su presencia en América a través de las tunas y rondallas que itineraron por Venezuela, Colombia, Perú y Chile. De las reinterpretaciones latinoamericanas de este instrumento, se presentan diferencias que responden a usos y preferencias de cada comunidad.

Bandurria cusqueña: Popular en la nación k`ana (parlantes de aimara y quechua), donde el instrumento posee diversas afinaciones y tamaños, siendo utilizada en carnavales y huainitos. La variación en la cantidad de cuerdas que se encuentran contiene desde 8 (4 órdenes dobles), 12 (4 órdenes triples) y hasta 16 (4 órdenes cuadruples).

Bandola tarapaqueña: Popular entre las comunidades habitantes del Altiplano Tarapaqueño. Posee entre 12 cuerdas (4 órdenes triples) y 16 cuerdas (4 órdenes cuadruples).

La bandola aymara citadina mantiene la estructura armónica de la tradicional bandola tarapaqueña, pero constituye una reinterpretación de diseño del instrumento, en tanto incorpora golpedor, boca acústica múltiple, realce vibrante y maderas mestizas en su manufactura.

Autor: Roberto Hernández Céspedes.                        
Fecha de Creación: 2017.
Maderas: Nogal Francés (cuerpo), Lenga (Brazo), Ébano (pala, golpeador, realce vibrante, puente).   
Otras características: Pieza ganadora Sello de excelencia a la Artesanía Chile 2017.
Piza ganadora Sello de Excelencia a la artesanía unesco 2018.
Clasificación organológica: Instrumento Musical Cordófono. Medidas 68 (largo), 23 (ancho), 13 (alto)                      
Colores: Café oscuro, beige, negro,                           
Forma: Lóbulo superior con terminación recta. Lóbulo inferior redondeada.          
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